Ierusalem – Anno Domini

Jerusalén, año XXXIII, la última cena. El contexto histórico al que nos trasladaremos durante la partida es uno de los momentos históricos más importantes que jamás hayan pasado. Una cena en la que cada uno representará a uno de los grupos seguidores del profeta Jesús de Nazaret y procuraremos estar lo más cerca posible de la mesa de la Última Cena. Tendremos disputas para conseguir las mejores posiciones y solo aquellos fieles seguidores conseguirán obtener los puntos necesarios para proclamarse victoriosos al final de la partida. Jerusalén Anno Domini es un juego de estilo eurogame que ha creado la autora novel Carmen G. Jiménez, teóloga y profesora de religión, ilustrado por L.A. Draws, Enrique Corominas y David Esbrí y que nos lo edita Devir. Un juego que quedó finalista en el concurso de prototipos DAU Barcelona en 2021.

Si ya conoces el juego o sólo quieres saber mi opinión,  ve a la valoración personal.

Jugadores:1 – 4
Duración:90 minutos
Edad:12+
Complejidad:Media – Alta
Idioma:Castellano
Génereo:Eurogame
Autor/es:Carmen G. Jiménez
Editorial:Devir
PVP:50 €

Cómo se juega?

Valoración Personal

Hoy os traigo uno de esos juegos que pueden marcar un antes y un después. Muy probablemente os habrá chocado tanto como a mí que se haya podido hacer un juego de mesa sobre un tema tan delicado y complejo como puede ser la Última Cena. Es por este motivo por el que me he interesado por el juego y os lo vengo a reseñar. Antes de pasar al análisis, quiero dar la enhorabuena a Carmen por su primer juego y a la editorial por brindarnos la oportunidad de jugar con temas menos convencionales como las ovejas y seguir apostando por el juego de mesa como herramienta cultural.

Diseño y Componentes

Lo primero que quiero destacar en esta sección no es el diseño sino los componentes. Aviso a navegantes, el juego incluye un meta-juego previo a la primera partida que consiste en pegar nada más y nada menos que 278 pegatinas. Es una tarea ardua pero el resultado lo merece. Que un juego tenga pegatinas tiene dos lecturas: por un lado, el precio final del juego se abarata ya que no requiere una serigrafía de las fichas, pero por otro lado es un martirio el proceso de pegarlo todo. Os dejo que os decantéis por el lado que más os guste. Quitando este aspecto, el juego cumple con el resto de componentes sin necesidad de deluxificar nada ya que sólo tiene los componentes básicos necesarios (Meeples, Fichas de recursos, Losetas, Cartas y los tableros de una capa).

En cuanto al diseño más puro del juego, comenzaré destacando, por encima de todo, la portada del juego. Devir nos está mal acostumbrando con las portadas de Enrique Corominas y no sé si esto es bueno o malo. Son unas obras de arte. Personalmente me gustan mucho todas las que ha hecho hasta ahora (Lacrimosa, Polis e Ierusalem). Las ilustraciones que encontramos dentro del juego tampoco se quedan atrás. El reglamento se nos presenta con otra ilustración fuera de serie. Además, la información está muy bien explicada aunque no tan ordenada. Es un poco un ir y venir pero con una única lectura, las reglas son fácilmente asimilables. Las referencias a la biblia son constantes para contextualizarnos cada fragmento del reglamento con un momento de la historia. Es un aspecto que se ha trabajado mucho y se nota la mano de la autora. En cuanto a la simbología, Ierusalem es un juego donde hay mucha, muchísima. Podemos estar hablando de una veintena de símbolos que, para los menos acostumbrados les suponga un esfuerzo extra ir consultando la carta de referencia. Además, los símbolos que tienen las acciones cuestan asociar en primera instancia con su respectiva acción. Es poco intuitivo. El resto del diseño es más que correcto y el juego consigue trasladarnos por momentos a aquella época.

Mesa de seguidores
Imagen hecha por Doctor Meeple
Mecánica

Ierusalem utiliza diversas mecánicas: por un lado, tenemos las más tradicionales como gestión de mano, gestión de recursos y también colección de sets. La mecánica más innovadora que nos aporta es la de los favores. Una mecánica en la que ayudaremos (o no) a los oponentes para recibir nosotros también una pequeña recompensa y conducir estos favores incluso a negociaciones entre jugadores. Los turnos de los jugadores son rápidos una vez la partida va cogiendo ritmo. Inicialmente hay que pensar bien hacia dónde conducir tu estrategia y preparar una buena base. Esto puede llevar a unos primeros turnos más lentos y densos. La colocación de seguidores no diría que llegue a ser una mecánica innovadora, pero sí que se ha llevado muy bien al tema que estamos tratando. Claramente, y como ya afirmó la autora, el juego se ha hecho a partir del momento histórico y no al revés. Motivo por el cual también (aunque contemplado por parte de la editorial) el tema no ha cambiado respecto al original presentado en el concurso de prototipos DAU Barcelona en 2021.

Algunos de ustedes habrán visto que el juego también tiene la mecánica de construcción de mazos. Para mí no. Las cartas que no son de tu mazo básico son de un solo uso, lo que significa que tu mazo en ningún caso crece y es posible que durante una partida, ni siquiera llegues a gastar tu mazo y tener que mezclar las cartas descartadas. Es por todo esto que no lo considero.

Uno de los puntos débiles que tiene el juego es que en partidas de dos jugadores la mecánica de los favores desaparece y se sustituye por una mesa llena de seguidores neutrales (adyacentes en diagonal) que ya tendremos al inicio de la partida y los tendremos que juntar ortogonalmente para sumar puntos. Personalmente, creo que el juego pierde parte de la gracia sin este aspecto y no lo recomendaría si solo lo vais a jugar a dos personas. Funciona perfectamente, pero la magia y la esencia del juego, que radica en los valores cristianos, quedan diluidos en esta modalidad.

Imagen hecha por Doctor Meeple
Experiencia

Ierusalem Anno Domini es un juego que me ha brindado buenas experiencias. Enfocaré este apartado en las partidas de 3-4 personas, que es donde mejor funciona. El juego hace muchas cosas, pero todo se oculta detrás de una falsa simplicidad, ya que, a pesar de tener muchas acciones y simbología, no hay ninguna que sea complicada de pensar o elaborar. Por lo tanto, el juego fluye, sin hacerse pesado (tal vez un poco repetitivo sí), hasta un final a contrarreloj con la ficha de Sanedrín.

Considero que es un juego que puede permitir a muchas personas que hasta ahora no se han atrevido a coger un eurogame un poco más complejo a hacerlo. No tiene una profundidad estratégica suficientemente compleja como para hacerte hervir el cerebro, pero si hay varias decisiones que te permiten llevar la partida por diversos caminos posibles.

Me ha gustado el conflicto en la mesa de la Última Cena, especialmente en partidas de 4 personas, donde el juego brilla más ya que no hay ninguna pieza que sea neutral. En partidas de 3 sí que hay alguna y las acciones que nos da el apóstol de intercambiar meeples, muy probablemente acabaremos haciéndolo con uno neutral y no veremos las lágrimas de nuestros oponentes como las podemos ver en partidas de 4 mientras enviamos uno de los seguidores oponentes detrás de Judas y le hacemos perder puntos.

El juego está bien cerrado, y cuando parece que estás cogiendo impulso y comienzas a hacer combos interesantes, se acabará de golpe. Eso es bueno, me ha gustado. Esta presión de correr para asistir a la cena antes de que condenen a Jesús a la cruz hace que cada turno sea oro y no podamos malgastar las acciones. Es por eso que los primeros turnos, como he dicho antes, son cruciales para empezar a gestionar bien la partida.

De los favores me quedo con un sabor agridulce ya que la mecánica me ha gustado, pero no le he visto el potencial que esperaba por dos motivos: el primero es que el favor, quiera o no el oponente, le irá bien ya que el exceso de recursos y cartas no lo hace hasta el mantenimiento de su turno. Además de la ficha con uno de los símbolos para llamar a uno de los apóstoles. Por lo tanto, recibe mucho el oponente y tú, al menos los primeros turnos, muy poco (en puntos y solo una carta parcialmente buena). El segundo motivo es que puedes no recibir ningún favor en una partida y la frustración es real, al ver que todos van recibiendo fichas y marchando del marcador de puntuación y tú te quedas atrás esperando poder completar algún apóstol con las cartas únicamente.

En cualquier caso, el balance global del juego es muy bueno y es un juego que me invita a repetir una partida y probar nuevas opciones, nuevas estrategias y maneras de hacer puntos con o sin los seguidores en la mesa.

Imagen hecha por Doctor Meeple

En resumen, Ierusalem Anno Domini es un eurogame que brilla cuanto más personas jueguen y nos traerá un buen rato de conflictos y peleas para colocar nuestros seguidores cerca de los apóstoles y la figura de Jesús. Un juego donde el tema predomina por encima de las mecánicas debido a su exclusividad, pero sin dejar atrás el buen trabajo que hay detrás e incluso innovando con la mecánica de los favores. No es un juego para sacar a alguien que nunca ha jugado a juegos modernos, pero sí es un juego ideal para dar un salto cualitativo en complejidad pero siguiendo con un juego sencillo y apto para la mayoría de los públicos. ¿Cuál será la comunidad de seguidores que conseguirá obtener más puntos al final de la partida y ser los más fieles a Jesús de Nazaret?

Jugador Inicial

Enfermo de los juegos de mesa. Me gusta compartir esta afición con mi gente y, de paso, compartirla con cualquiera que tenga interés en los juegos. Me veréis haciendo reseñas, recomendaciones y tutoriales por las distintas redes sociales y la página web.

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